Hasta este momento, la ciencia sigue realizando investigaciones
para comprender la naturaleza de vida de personas que viven con el síndrome de
Down.
Un gran caso ejemplar es Guillermo Erazo.
Quien luego de 39 años de dedicación, disciplina, entrega, pero
sobre todo pasión por las artes marciales, logro brindar una presea a su natal
Honduras.
Según su padre, quien lleva el mismo nombre; un coronel retirado
de las fuerzas armadas, con una preparación, en formar deportistas de alto rendimiento,
considera que “junior” como él le llama, ha sido un luchador desde su
nacimiento.
El combate daría inicio a los días de nacido, cuando un doctor le
daba la noticia de que su hijo, padecía el síndrome de Down, y que muy
probablemente le restaban solo siete días de vida.
Este momento llevo al coronel a preguntarle a Dios ¿porque?
Aquel diagnostico había sido acertado en la condición de junior,
pero falló en la probabilidad de vida.
Su padre junto a su actual esposa (que no es su madre legitima)
decidió que junior llevaría una educación en un centro escolar normal,
compartiendo con niños en su total capacidad.
Cabe destacar que Junior estuvo en su momento en una escuela para
niños con capacidades especiales, pero no brindo el resultado esperado, ya que
junior era muy observativo y terminaba imitando la conducta de otros niños con
iguales o peores padecimientos.
Guillermo Erazo padre, luego de sus años de preparación enfocados en
desarrollar deportistas de alto rendimiento, tomaría el mayor reto de su vida,
convertir a su hijo en un atleta profesional de taekwondo.
El inicio no fue nada fácil, a junior le tomaría de tres a cuatro
semanas dominar los giros que normalmente un deportista logra realizar bastante
bien en dos o tres días, pero la disciplina y paciencia regidos por el amor de
su padre tarde o temprano comenzarían a dar sus frutos.
Practicando cada tarde, en el centro de desarrollo de atletas de
alto rendimiento que su padre fundo, con altos y bajos, debido a enfermedades,
cambios en su estado anímico y un combate interno contra un síndrome al que la
sociedad simplemente no cree capaz de muchas funciones en la vida.
Fue así como llegaría el tan esperado momento, con complicaciones
como todo deportista con recursos económicos limitados y un escaso o nulo apoyo
de parte de los entes gubernamentales con fines deportivos.
A la edad de 39 años junior, luego de una competencia paraolímpica
de taekwondo realizada en Querétaro, México; haciendo una puntuación de 8.43, logró brindar la primera medalla de oro en
esa categoría para Honduras.
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